Yo creía que todos los escritores, para ser reconocidos como uno de los mejores del mundo o de su época, tenían que haber tenido una vida trájica, llena de dificultades para poder llegar a ser lo que fueron, y que una vez que lo lograban, o ya estaban a un paso de su muerte, o la fama y el reconocimeinto los llevaba a perderse en vicios de cualquier índole, y por consecuencia, a su muerte. Sí, eso creía hasta que llegó Tolstoi, el ejemplo de hombre para la literatura, y no precisamente por sus escritos, que si bien eran buenos, no eran los mejores, pero si fue un ejemplo por la vida que llevó; caracterizada por ayudar a los más ncesitados y por querer alejarse de lo material: que ironía no, mientras unos escribían y escribían para poder llegar a ser reocnocidos y tener las cosas materiales que nunca habían podido tener, Tolstoi en cambio, buscaba la manera de deshacerse de todo para dárselo a gente que lo necesitara. Era algo así como el bueno de la película, lo que se reflejaba en sus escritos, pues en todos ellos quedaba alguna enseñanza, que llevaba al lector a reflexionar sobre diferentes aspectos. Pero aunque sí, sus escritos eran muy motivadores, la redacción a mi parecer no era la mejor. Me parece que mucha gente no reconocida como de los mejores escritores del mundo, podría redactar escritos mucho más llamativos, y que dieran más oportunidad a que volara la imaginación.
Debo decir que los escritos de Tolstoi no son mis favoritos, pero ubicándonos en el contexto de que él se preocupaba principalmente por los campesinos, entonces la redacción era la idonea; clara, sencilla, sin palabras rebuscadas y siempre con una enseñanza.
La personalidad de Tolstoi se vió reflejada en todos sus escritos, y coincido con Pablo Guinsberg ( mi profesor de literatura) en que más vale la pena leer a Tolstoi por su vida que por sus propios escritos.
lunes, 15 de noviembre de 2010
miércoles, 10 de noviembre de 2010
aayyy Stendhal Stendhal.....
¿Qué escribir sobre usted don Marie-Henri Beyle ? La verdad es que cuando algo no le llena a uno, pues nomás no le llena, y es difícil creer que algún día terminará gustándole. Algo así me pasó con Stendhal, lo que probablemente haya sido porque mi primer contacto con´él, no fue ocn ninguna de sus obras maestras, o porque como dice mi profe, no podemos conocer a Stendhal, ni a nadie, por leer unas cuantas páginas.
Algo que me ha venido llamando mucho la atención desde que empecé a leer a todos estos autores, es le hecho de que ninguno de ellos nació para serlo, bueno por decirlo así, ya que si lo terminaron siendo seguro nacieron para eso, pues como dicen por ahí, las cosas no son lo que son, sino lo que terminan siendo. Y Stendhal, por una u otra cosa, terminó siendo uno de ellos, así que no se puede negar la pasión que él tenía por escribir, pues la gente no lo reconoció de un día para otro, fue un proceso que duró años; probablemente porque el reocnocimeinto de la gente no era lo que le importaba, simplemente lo hacía porque le gustaba y se sentía bien haciéndolo, aunque no siempre fue muy creativo; de hecho al principio digamos que le gustaba eso del plagio, y para no ventanearse, pues que más le quedaba que utilizar otros nombres para firmar, costumbre que se le quedó por toda la vida, pues casi nunca usaba su nombre real; cosa que para mí está bien, pues prefiero quedarme pensando que se llamaba Stendhal, y no tener nada en con tra de su nombre real y de él mismo, pues el único contacto que he tenido con sus escritos no ha sido nada de mi agrado, y aunque deben haber mil cosas mejores, el estilo es uno y no creo que cambie drásticamente de uno a otro; probablemente en algún otro momento trate de leer algo diferente a "El arca y el aparecido", el cuál a mi parecer es bastante aburrido, es como darle una embarradita a una historia sin gracia, y escrito con tanta simpleza que ni siquiera ayuda a imaginarse los escenarios y mucho menos los personajes.
Pero bueno, al fin y al cabo es ocmo una película, hay a quien le gusta, hay a quien no, pero cada quien debe verla o leerla con sus propios ojos para decidir y juzgar por sí mismos.
Algo que me ha venido llamando mucho la atención desde que empecé a leer a todos estos autores, es le hecho de que ninguno de ellos nació para serlo, bueno por decirlo así, ya que si lo terminaron siendo seguro nacieron para eso, pues como dicen por ahí, las cosas no son lo que son, sino lo que terminan siendo. Y Stendhal, por una u otra cosa, terminó siendo uno de ellos, así que no se puede negar la pasión que él tenía por escribir, pues la gente no lo reconoció de un día para otro, fue un proceso que duró años; probablemente porque el reocnocimeinto de la gente no era lo que le importaba, simplemente lo hacía porque le gustaba y se sentía bien haciéndolo, aunque no siempre fue muy creativo; de hecho al principio digamos que le gustaba eso del plagio, y para no ventanearse, pues que más le quedaba que utilizar otros nombres para firmar, costumbre que se le quedó por toda la vida, pues casi nunca usaba su nombre real; cosa que para mí está bien, pues prefiero quedarme pensando que se llamaba Stendhal, y no tener nada en con tra de su nombre real y de él mismo, pues el único contacto que he tenido con sus escritos no ha sido nada de mi agrado, y aunque deben haber mil cosas mejores, el estilo es uno y no creo que cambie drásticamente de uno a otro; probablemente en algún otro momento trate de leer algo diferente a "El arca y el aparecido", el cuál a mi parecer es bastante aburrido, es como darle una embarradita a una historia sin gracia, y escrito con tanta simpleza que ni siquiera ayuda a imaginarse los escenarios y mucho menos los personajes.
Pero bueno, al fin y al cabo es ocmo una película, hay a quien le gusta, hay a quien no, pero cada quien debe verla o leerla con sus propios ojos para decidir y juzgar por sí mismos.
viernes, 29 de octubre de 2010
Dostoyevski en unas líneas...
Que si el hombre mide casi dos metros, tiene una barba bien cuidada que sobrepasa su barbilla, unos ojos más negros que la obscuriad y un cuerpo atlético marcado por años y años de esfuerzo.... nada de eso importaba a Dostoyevski, para él lo fundamental, lo único que nos llevará a trascender, es el alma; lo que sentimos, lo que pensamos, cómo nos comportamos ante las diferentes situaciones de la vida, lo que nos hace vibrar... y es sobre esto que escribía. Pero claro que para escribir sobre esto, tenía que conocer del tema, y vaya que lo hacía; inclusive el escritor austriaco Stefan Zweig, lo consideró como «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos».
Pero sólo alguna experiencia sumamente fuerte, pudo haber llevado a Dostoyevski a poner absolutamente toda su atención en la psicología de las personas y a la vez, en sus personajes; y claro que no tuvo sólo una, fueorn muchas las experiencias duras que él vivió. Comenzando con la muerte de su padre lo que probablemente fue hasta causa para que Dostoyevski comenzara a sufrir de ataques epilépticos, pero sin duda la gota que derramó el vaso fue el haber permanecido 4 años en prisión, en donde estar encerrado no fue lo más duro, sino el castigo de no poder escribir. Y pienso yo... ¿qué peor castigo para un escritor de esa magnitud que no poder escribir? .... seguramente ninguno, debió haber sido una tortura; seguramente merecida de acuerdo a la opinión de las autoridades de aquellos tiempos, quienes no habían decidido en un prinicipio encerrarlo, sin embargo si lo llevaron hasta el momento cumbre de hacerlo escuchar las temidas palabras de: disparen, apunten.... y de repente, como un ángel del señor que le dice a Abraham que no mate a su hijo, se bajan las armas, y se le comunica que ha sido perdonado, pero que sí tendrá que cumplir una sentencia.
Y que sentencia tan dura... estos fueron seguramente los 4 años más difíciles para Dostoyevski, pero como dicen por ahí que lo que no te mata te hace más fuerte, le sirvieron para mejorar por completo sus escritos, los que tuvo que realizar al salir de la prisión. Ahí dentro aprendió mucho más a conocer el interior de las personas, y a convivir con la verdadera gente rusa.
Dostoyevski sin duda, es algo que hay que leer, no son obras literarias más; son escritos que encierran toda una historia, toda una vida, difícil sí, pero que nos dejará un gran sabor de boca. Dostoyevski no es leer sobre banalidades, es ir más allá, a la psicología... al alma.
Pero sólo alguna experiencia sumamente fuerte, pudo haber llevado a Dostoyevski a poner absolutamente toda su atención en la psicología de las personas y a la vez, en sus personajes; y claro que no tuvo sólo una, fueorn muchas las experiencias duras que él vivió. Comenzando con la muerte de su padre lo que probablemente fue hasta causa para que Dostoyevski comenzara a sufrir de ataques epilépticos, pero sin duda la gota que derramó el vaso fue el haber permanecido 4 años en prisión, en donde estar encerrado no fue lo más duro, sino el castigo de no poder escribir. Y pienso yo... ¿qué peor castigo para un escritor de esa magnitud que no poder escribir? .... seguramente ninguno, debió haber sido una tortura; seguramente merecida de acuerdo a la opinión de las autoridades de aquellos tiempos, quienes no habían decidido en un prinicipio encerrarlo, sin embargo si lo llevaron hasta el momento cumbre de hacerlo escuchar las temidas palabras de: disparen, apunten.... y de repente, como un ángel del señor que le dice a Abraham que no mate a su hijo, se bajan las armas, y se le comunica que ha sido perdonado, pero que sí tendrá que cumplir una sentencia.
Y que sentencia tan dura... estos fueron seguramente los 4 años más difíciles para Dostoyevski, pero como dicen por ahí que lo que no te mata te hace más fuerte, le sirvieron para mejorar por completo sus escritos, los que tuvo que realizar al salir de la prisión. Ahí dentro aprendió mucho más a conocer el interior de las personas, y a convivir con la verdadera gente rusa.
Dostoyevski sin duda, es algo que hay que leer, no son obras literarias más; son escritos que encierran toda una historia, toda una vida, difícil sí, pero que nos dejará un gran sabor de boca. Dostoyevski no es leer sobre banalidades, es ir más allá, a la psicología... al alma.
domingo, 17 de octubre de 2010
Sobre Balzac...
Hay quien nace siendo literato, hay quien toma la pluma y pareciera que escribe sola, hay quien sólo necesita un poco de práctica para mostrar el talento que encierra; y hay quien en definitiva simplemente no nació para ser escritor y termina siendo uno de los personajes más importantes en la literatura. Sí, hablo de Honoré Balzac; un hombre bastante ordinario que llegó al mundo un 20 de mayo de 1799 por algún lugar de Francia, para vivir una infancia que no fue nada fácil; empezando por la falta de amor por parte de sus padres, especialmente de su madre.Debido a este hecho, Balzac, como era de esperarse, buscó llenar ese vacío y esa falta de la presencia de una figura materna, con otras mujeres, casi simepre mayores que él. Seguramente no fue fácil para Balzac, como no lo sería para nadie que hubiera tenido una infancia tan vacía, llevar una vida normal; sumándole el haber sido enviado por sus padres a internados para que estudiara, cosa que nunca se le dió mucho, pero aún así, aunque medio de panzaso, logró culminar sus estudios básicos. Pero esto no significó que Balzac pudiera comenzar a estudiar algo que realmente le gustara; por el contrario, una vez más sus padres intentando truncar su futuro (aunque no a propósito), lo obligaron a estudiar Derecho, aunque esto no fue un impedimento para que Blazac comenzara a relacionarse más de cerca con lo que realmente le apasionaba, así que tomó cursos de filosofía, se interesó mucho más por la lectura y la escritura y decidió hacerlo de manera profesional.
Pero la decisión tomada no era suficiente para ser un verdadero literato, si ha habido alguien en la historia de la literatura a quien le haya costado trabajo y que haya tenido que luchar de verdad por lograr su sueño fue a Balzac, quien definitivamente no tenía el talento en la sangre; si lo tenía seguro estaba en el interior de los huesos, o incluso más escondido, porque fue alguien que de verdad tuvo que luchar, y pasar por una gran serie de decepciones. Pero como decían por ahí, una mentira repetida mil veces, se puede convertir en verdad, y Balzac tuvo que escribir miles y miles de textos para poderse convertir en un verdadero escritor.
Hoy podemos decir que Balzac es uno de los más importantes representantes del realismo, en dónde el héroe puede ser cualquier persona, y en dónde los detalles plasmados nos hacen imaginarnos sus historias como si estuvieramos viendo una película. Balzac utilizó además una técnica muy interesante que consistía en mezclar los personajes de diferentes novelas, así que el protagonista de alguna de sus novelas podía ser un personaje secundario en alguna otra.
De los escritos de Balzac, podemos destacar la Comedia Humana, un conjunto de 137 obras (50 de ellas incompletas) que mostraban un estudio de la sociedad francesa.
La historia de Balzac tuvo sus momentos de felicidad, de riqueza después de tanta pobreza, de amor después de tanta falta de éste, pero desgraciadamente también hubieron muchos excesos despúes de tanta escasez, lo que lo llevaron a endeudarse y a terminar con su salud, y más tarde... con su vida.
Balzac fue un necio de verdad, que lucho por lo que quería hasta lograrlo, pero que desgraciadamente una vez que lo tuvo no supo como manejarlo, terminando la historia sin un final feliz.
Pero la decisión tomada no era suficiente para ser un verdadero literato, si ha habido alguien en la historia de la literatura a quien le haya costado trabajo y que haya tenido que luchar de verdad por lograr su sueño fue a Balzac, quien definitivamente no tenía el talento en la sangre; si lo tenía seguro estaba en el interior de los huesos, o incluso más escondido, porque fue alguien que de verdad tuvo que luchar, y pasar por una gran serie de decepciones. Pero como decían por ahí, una mentira repetida mil veces, se puede convertir en verdad, y Balzac tuvo que escribir miles y miles de textos para poderse convertir en un verdadero escritor.
Hoy podemos decir que Balzac es uno de los más importantes representantes del realismo, en dónde el héroe puede ser cualquier persona, y en dónde los detalles plasmados nos hacen imaginarnos sus historias como si estuvieramos viendo una película. Balzac utilizó además una técnica muy interesante que consistía en mezclar los personajes de diferentes novelas, así que el protagonista de alguna de sus novelas podía ser un personaje secundario en alguna otra.
De los escritos de Balzac, podemos destacar la Comedia Humana, un conjunto de 137 obras (50 de ellas incompletas) que mostraban un estudio de la sociedad francesa.
La historia de Balzac tuvo sus momentos de felicidad, de riqueza después de tanta pobreza, de amor después de tanta falta de éste, pero desgraciadamente también hubieron muchos excesos despúes de tanta escasez, lo que lo llevaron a endeudarse y a terminar con su salud, y más tarde... con su vida.
Balzac fue un necio de verdad, que lucho por lo que quería hasta lograrlo, pero que desgraciadamente una vez que lo tuvo no supo como manejarlo, terminando la historia sin un final feliz.
lunes, 4 de octubre de 2010
romanticismo
Para mí el romanticismo es algo así como lo que nos pasa cuando estamos enamorados, pero enamorados de verdad; cuando dejamos de hacerle caso a la razón y sólo escuchamos al corazón, a lo que nos dicen nuestros sentimientos, cuando nos sentimos fuera de la realidad, como en un sueño. Es como cuando sentimos que por amor podemos hacerlo absolutamente todo; y no hablo únicamente del amor color rosa, el que es perfecto y que no duele; hablo por el contrario del amor con todas sus partes negras, las que nos destrozan el alma, pero que no son suficientes para hacernos dejar de amar.
Ese tipo de amor, es el que se plasma en el romanticismo.
Ese tipo de amor, es el que se plasma en el romanticismo.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Aguanile
Tengo que admitirlo, hay mil cosas que me recuedan a él, sí, aún después de más de ocho años. Supongo que todo lo que hemos vivido fue lo suficientemente fuerte para que siga aquí. Pero de todas esas cosas, no hay nada que me haga tenerlo tan presente ni sentirlo tan cerca como esa canción.
Una canción... que romántico ¿no?, y lógico a la vez, pues estoy segura de que todo mundo tiene al menos una canción que le recuerda a ese alguien especial, que le hace revivir momentos inolvidables, que le lleva a un mar de sueños y pensamientos.
Parecería entonces que no hay nada de especial el recordarlo con una canción, pero qué canción la mía... Aguanile.. sí, esa del famosísimo Hector Lavoe y que sin embargo casi nadie conoce. o la conocen pero no la entienden; igual que yo, que no tengo ni idea de lo que dice en realidad, y que lo único que se es que tiene alguna relación con la santería. Pero no me importa entenderla, pues a mí me dice algo que a nadie más le dice. Para mí escuchar esa canción, es saber que él está ahí, pensando en mí, recordándome; me dice que aún estando tan lejos, seguimos estando cerca; y es impresionante como esa canción, que no dice nada y a la vez lo dice todo, deja de ser canción para convertirse en su recuerdo, para conertirse en él.
Una canción... que romántico ¿no?, y lógico a la vez, pues estoy segura de que todo mundo tiene al menos una canción que le recuerda a ese alguien especial, que le hace revivir momentos inolvidables, que le lleva a un mar de sueños y pensamientos.
Parecería entonces que no hay nada de especial el recordarlo con una canción, pero qué canción la mía... Aguanile.. sí, esa del famosísimo Hector Lavoe y que sin embargo casi nadie conoce. o la conocen pero no la entienden; igual que yo, que no tengo ni idea de lo que dice en realidad, y que lo único que se es que tiene alguna relación con la santería. Pero no me importa entenderla, pues a mí me dice algo que a nadie más le dice. Para mí escuchar esa canción, es saber que él está ahí, pensando en mí, recordándome; me dice que aún estando tan lejos, seguimos estando cerca; y es impresionante como esa canción, que no dice nada y a la vez lo dice todo, deja de ser canción para convertirse en su recuerdo, para conertirse en él.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Un Hombre Afortunado (Neoclasicismo)
Como un ruido que sucumbe en sus entrañas, golpea fuertemente su sueño, este ruido indicando el nuevo día así Pepe despierta, corriendo se levanta, corriendo va a la regadera y de la regadera al ropero, con tanta velocidad se prepara para desayunar algo, simplemente lo necesario, unos ricos huevos con jamón, un poco de leche tibia y enseguida rumbo al carro, con una sonrisa en la cara Pepe avanza y comienza el día.
Para su sorpresa el amanecer no le brinda lo esperado, -otra vez, lo de siempre-dice pepe, pues era algo típico, el tráfico batía en todas las calles, creaba un berenjenal de autos, muchos de ellos pitaban en unísono para agilizar el tránsito, -lo bueno que me desperté temprano- comentaba para sí.
Al correr de media hora éste se había agilizado pero enseguida comenzaba de nuevo esta vez no por tantos autos, sino por las calles, repletas de hoyos y conos rojos tratando de evitar el golpe inoportuno de algún vehículo, Pepe por la prisa decide avanzar con velocidad por el lado derecho de la carretera, qué error pudo cometer, enseguida la torreta de un vehiculo y el altavoz del mismo de indicaba se orillara, así entonces nuestro querido Pepe llegaba a su trabajo con 500 pesos menos en el bolsillo, con una cara de enojo y desesperación pues vaya mañana que le ha tocado, en expectativa de una mejor que nunca se acercó.
Y allí yacía, el inmenso bloque de metal que a cualquier transeúnte que deseara verlo le agudizaba la vista por el reflejo de otro imponente amigo, el sol. Ya hacía mas de 10 años que Pepe trabajaba allí, pero después de tanto tiempo, este era el día indicado, a nuestro querido amigo ya no le importaba el tránsito, los baches, ni algo policía panzón; iba con la mejor actitud, pues era este y no otro día, aquí se definía si el era un empleado más o alcanzaba un rango mayor, -hoy me llamarán jefe- decía para sí.
Con una sonrisa que no le entraba en el rostro, decía
-Hola Carmelita, Hola Esther, buenos días-
-Que tal Pepe, Suerte-, le regresaban sus compañeros.
-Creo que es hora de arreglar este cubículo
- Pepe comenzó el día laboral como todos los demás, limpiando su espacio de trabajo, haciendo y deshaciendo números, con la misma velocidad de siempre.
-Oye pepe me mandó a llamarte el Jefe, amigo suerte-
-No digas mas Rodo o me la salarás-
-Ni quien pueda hacerlo esta vez Pepin-
Esta vez la sala de espera junto a la secretaria parecía inmensa, el sol no entraba y adentro parecía un invierno, los nervios le recorrían el cuerpo, ella no se movía, solo escucho decir, -en un momento te recibirá Pepe-, con un gesto de amabilidad, respondía. Los minutos eran crueles, puntadas en el corazón, sudados.
-Adelante Pepe-, la sala principal era inmensa, él yacía en su escritorio, la fuerza en su mirada y las canas hacían notar que algo andaba mal.
-Siéntate José por favor; entiendo que estas buscando el puesto de Jefe de departamento, no es así-
-En efecto señor-
-Pepe, ¿te puedo llamar así?-
-Claro señor-
-Disculpa que sea yo quien te lo diga pero se que has estado con nosotros por largo tiempo, pero me han caído y esta vez en grande-
-Nuestros accionistas me piden resultados, y éstos no son nada prometedores, te has percatado que todos los costos han incrementado, con la alza en el IVA, la gran cantidad de personal que tenemos y los ingresos bajos…-
-Perdón que lo interrumpa Jefe, que es lo que quiere decir-
-Lo lamento mucho Pepe, pero tengo que pedirte tu renuncia-
El día ahora era gris, la mirada de nuestro amigo, había cambiado, nada había sido más pesado y difícil que levantar sus cosas del escritorio, juntarlas, era como juntar una vida de sueños que han caído en un terrible pozo, tan profundo como la herida que ahora llevaba a cuestas. –Qué le diré a mi esposa, con qué cara, mis hijos- no era más un día feliz, no había calma, todo era desesperación.
Con lágrimas en los ojos, los hombres bajos y las pisadas lentas, como marcha fúnebre Pepe caminaba hacia su coche, un espacio que ahora no le pertenecía.
Con ira en el rostro manejaba hacia algo que erróneamente creía que lo calmaría. El bar estaba ya a dos calles.
-Lo más fuerte que tengas, por favor-, y veíamos a nuestro amigo caer ante una sociedad que no te dejaba florecer, que te detenía que te refugiaba ante una tempestad en un pequeño rincón, cubierto de oscuridad, sosteniendo una copa y escuchando el dolor.
-Ni una más, señor, antes quiero ver si puede usted pagar- el cantinero le había servido ya un mundo de alcohol.
De su bolsillo sacó el dinero, eso y un poco más. El cantinero feliz,
-¿otra copa amigo? –
-No creo que eso me de trabajo, no creo que tú consigas algo mejor, ¡no creo que nadie, malditos borrachos, tenga un ápice de oportunidad! –
Llorando y sin alma, Pepe se despide sin decir una palabra, afuera el cielo seguía gris, mas nublado que antes, la tarde golpeaba su horario, y la lluvia comenzaba a dejarse ver. Confundido, olvidado y sin fuerzas, zigzagueaba por la calle, mientras dos siluetas lo seguían.
Antes de llegar a una esquina aquellas dos siluetas se veían mas cercanas, un golpe del destino.
Con un cuchillo en la espalda y unas manos en los hombros, Pepe solo escuchó:
-Dame todo lo que traigas, pero rápido sino te quieres morir cabrón-
Como un recién nacido, huérfano, en cuclillas, sin zapatos y sin playera, sin nada. Así era la imagen de nuestro amigo, llorando y preguntando el por qué de las cosas.
Minutos después tomo de nuevo el aliento un poco cansado caminó hacia su casa, no tenia idea de qué le podrían decir, con que saldrá ahora su mujer, qué le diría a sus hijos, su educación, con que énfasis los abrazaría. El timbre sonaba algo confuso ahora, la puerta no era la misma, la calle había cambiado nada tenía sentido.
-¡Mi vida!, pero qué te pasó-
-No puedo más, los malditos policías me bajaron mi dinero, golpeé el carro con un gran bache, me han corrido del trabajo, me asaltaron, deje el carro abandonado, y no tengo dinero…-
-Mi vida, ven aquí, tranquilo, tus hijos te esperan te quieren abrazar-
Vaya imagen más hermosa, una casa acogedora, unos hijos cariñosos y una mujer amorosa, sin duda alguna Pepe era el más afortunado.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Ella y el sabio
Hasta el aire que despeinaba mi cabello, me decía que aquel tenía que ser un buen día; y muy probablemente no sólo eso, sino también el día que cambiaría mi vida; el que me traería eso que tanto tiempo había buscado; y que a pesar de haberlo intentado todo, nunca lo había conseguido.
Tal vez sí lo tuve por momentos; pequeños momentos que me siguen manteniendo viva; pero nunca he conseguido tenerlo en plenitud. Eso de lo que hablo es simple, pero parece que encontrarlo es más difícil de lo que cualquiera pudiera pensar.
Un día, cansada de sentir ese vacío que me ahogaba, decidí hacer lo que puede sonar como una locura. Sin pensar ni siquiera en cómo iba a conseguirlo, salí de mi casa un domingo un poco antes de que el sol comenzara a iluminar las calles; encendí mi carro con miedo de que me dejara abandonada a medio camino, pero con la completa decisión de llegar a mi destino fuera como fuera y comencé a avanzar.
¿Hacía donde avanzaba? No tenía idea, pues tal como la gente lo contaba, no había nada que indicara cómo llegar a la montaña, pero si tu alma estaba preparada para recibir los consejos del sabio, no importaba el camino que tomaras, de una u otra forma llegarías con él.
Yo no sabía si mi alma estaba preparada, pero estaba dispuesta a intentarlo todo para llegar a la cima de la montaña y encontrar lo que tanto había buscado: mi felicidad.
Maneje desde antes de que saliera el sol hasta que se volvió a esconder y hasta que apareció de nuevo; no sé que pasó conmigo que pasé más de veinticuatro horas sin comer y nunca tuve ni la más mínima sensación de hambre, ni de desesperación por llegar, ni de cansancio. Lo único en lo que podía pensar era en que no importaba lo que tuviera que pasar para llegar, al final todo iba a valer la pena.
Todo el camino fue de total reflexión para mi, y llegue a sentirme como si estuviera en un sueño, o fuera de la realidad. Fue hasta que vi esa imagen impresionante que no olvidaré jamás, que supe que lo que estaba viviendo era real.
La gran montaña se paró ante mí, como retándome, abriéndome los ojos a lo que estaba a punto de enfrentarme, y recordándome que no iba a ser nada fácil llegar a mi destino, pues aunque ya estaba en la montaña, me faltaba un largo camino por recorrer.
Sin dudarlo, y aceptándole el reto a la gran montaña, empecé a caminar. Eran no más de las 7 de la mañana, el cielo estaba totalmente despejado y el sol calentaba todo mi cuerpo sin molestarme en lo más mínimo. La montaña estaba atiborrada de árboles, pero a diferencia del camino que tuve que hacer en carro, aquí si estaba bien marcado, seguramente por los miles y miles de pares de pies que habían caminado por ahí para ir en busca de los consejos del sabio.
Esta vez no tuve tiempo de pensar en nada, ni de reflexionar el porque de mi vacío interno; me dedique simplemente a observar la maravilla que se postraba ante mis ojos. Árboles de una infinidad de especies diferentes, pájaros de colores que ni siquiera sabía que existían y que cantaban como querido anunciarme algo; un cielo despejado en el que de vez en cuando aparecían nubes que eran más como pinturas en óleo, todas con formas diferentes y perfectamente detalladas; un aire fresco que me daba aliento para seguir con mi camino; una señora que tendía su ropa acabada de lavar, mientras veía orgullosa a sus hijos que jugaban con el lodo a hacer diferentes figuritas. Me impresionó ver lo feliz que se veía toda la gente, aun con lo poco que tenían.
Caminé por más de cinco horas, que en realidad se me hicieron como cinco minutos, hasta que llegue a la cima. Desde abajo nunca creí que en la cima cupiera una casa de tal tamaño; era inmensa además de hermosa; construida con nada de tecnología pero sí con mucha paciencia y dedicación. La casa era de un solo piso y con el techo plano, y todo el rededor tenía ventanales que iban del piso al techo y que seguramente proporcionaban al sabio una vista incomparable.
Me quedé maravillada observando la casa y la vista que había desde esa altura, sin siquiera parpadear, hasta que la mano del sabio en mi hombro me hizo reaccionar. Él era un hombre de estatura media, delgado, con muy poco cabello en la cabeza, pero una barba larga que caía sobre su pecho como un velo de novia. Tenía un temple muy tranquilo, cómo si nada en la vida le preocupara; y caminaba a paso lento pero firme, sin dudar ni un segundo de lo que iba a hacer.
El sabio me tomó de la mano y me llevó a la parte de atrás de la casa en donde la vista era diez veces mejor que al frente. Nos sentamos en unos troncos de madera a no más de veinte centímetros del borde de la montaña y sin decir una palabra, comenzó a escarbar la tierra y sacó una piedra muy parecida al ámbar pero de color azul muy brillante y que en el centro tenía escrita en color verde y aún mas brillante que la misma piedra, la palabra “TÚ”, y me dijo, esto es todo lo que necesitas para encontrar lo que tanto estás buscando.
Yo me quedé fría y desilusionada por un momento, pensando en que cómo era posible que hubiera pasado por tantas cosas para llegar hasta ahí y que la palabra “TÚ” fuera lo único que el sabio me iba a decir. Por supuesto que le pedí que me explicara porque no entendía nada, pero sólo me respondió: “Se tú, te prometo que no llegarás a tu casa sin antes haberlo entendido todo”
Ya había llegado hasta aquí y no era momento para abandonarlo todo, así que tome mi piedra, le di las gracias al sabio y comencé mi camino de regreso, sin dejar de pensar en cómo la palabra Tú, me iba a ayudar a encontrar mi felicidad.
En el camino, volví a encontrarme con la señora que horas antes tendía su ropa, pero esta vez estaba sentada en una silla de madera muy vieja, leyendo un libro y con una sonrisa en el rostro, y comencé a imaginar lo aburrida que sería su vida, sin nada de lujos, sin televisión, sin lugares a donde ir, solo leyendo y lavando ropa, hasta que por fin lo entendí.
Yo tenía muchas más cosas que ella; televisión, una casa grande, un carro que si no era el mejor, me transportaba a todos lados, podía ir al cine, al teatro, a la plaza y aún así no era feliz. Y no lo era porque tenía la idea errónea de que la felicidad estaba en las cosas materiales, o en una tener una pareja, o en tener comodidades, cuando para poder ser feliz debía primero fijarme en mi interior, saber quien era yo y proyectar eso a los demás.
Toda mi vida intenté ser lo que los demás querían que fuera, para así poder agradarles, pero nunca fui realmente yo, nunca pensé en mí ni en lo que me hacía feliz a mí. Lo que el sabio quiso decirme fue que para ser feliz, debía ser yo y buscar la felicidad en mí y no en nada ni en nadie más.
Y ahí, en medio de la montaña, con una sonrisa en la cara, comencé a ser yo; comencé a ser feliz.
Mi cosmovisión
En la actualidad, nuestra mente está muy abierta a todo lo que va pasando, y debido a la globalización, la tecnología y la comunicación, sabemos tantas cosas diferentes del mundo y hemos conocido tantos puntos de vista diferentes, los cuáles tienen siempre algo de cierto, que no podemos conformarnos con aceptar ninguna teoría como una verdad absoluta.
Lo explicaré ahora de una manera más personal: Yo me digo ser católica, sin embargo no creo en casi nada de lo que me dice la Iglesia, así que tomo las cosas con las que me identifico, pero no sigo absolutamente todo lo que el catolicismo me dice que debo hacer.
Esto es lo que está pasando en el mundo hoy en día; nadie acepta nada como una verdad absoluta, sino que toma lo que más le agrada, le conviene o se identifica, de diferentes teorías, religiones, puntos de vista, etc. y crea su propio mundo, viviendo bajo sus propias reglas y formas de ver la vida.
Esto tiene tanto ventajas como desventajas, ya que por un lado es bueno vivir de la forma que cada quién disfrute más, formando nuestros propios criterios y no dejándonos llevar por lo que nadie más nos diga, sino por lo que la experiencia y vivencias nos han enseñado; pero por otro lado, el vivir así, se presta a que todos nuestros actos tengan que estar justificados, pues al fin y al cabo no tenemos que obedecer a nada ni a nadie más que a nosotros mismos.
Lo explicaré ahora de una manera más personal: Yo me digo ser católica, sin embargo no creo en casi nada de lo que me dice la Iglesia, así que tomo las cosas con las que me identifico, pero no sigo absolutamente todo lo que el catolicismo me dice que debo hacer.
Esto es lo que está pasando en el mundo hoy en día; nadie acepta nada como una verdad absoluta, sino que toma lo que más le agrada, le conviene o se identifica, de diferentes teorías, religiones, puntos de vista, etc. y crea su propio mundo, viviendo bajo sus propias reglas y formas de ver la vida.
Esto tiene tanto ventajas como desventajas, ya que por un lado es bueno vivir de la forma que cada quién disfrute más, formando nuestros propios criterios y no dejándonos llevar por lo que nadie más nos diga, sino por lo que la experiencia y vivencias nos han enseñado; pero por otro lado, el vivir así, se presta a que todos nuestros actos tengan que estar justificados, pues al fin y al cabo no tenemos que obedecer a nada ni a nadie más que a nosotros mismos.
un nuevo cominezo
Juan caminaba con soltura por el parque, mirando a todos pasar y se preguntaba ¿Cómo pueden todos estar tan felices?, los niños jugando con sus pistolas de burbujas a lo lejos, uno más acariciando a su perro, el padre correteando al hijo mientras reían a carcajadas. Él creía que todos eran felices pues era una imagen maravillosa la que contemplaba, pero para Juan la vida no le sonreía tanto, decidido a cambiar esa idea se sentó bajo un árbol sobre el césped húmedo y frío. Pasó el rato y a Juan le pesaban los ojos pero algo no lo dejaba descansar y pensaba que alguien lo observaba, al girar la vista hacia atrás se percató que un pato estaba a su lado y que éste traía en su pico una especie de papel, parecido al pergamino. Con una cara tierna, el pato le ofrecía dicha hoja, Juan con duda lo tomó, abrió el pergamino y solamente encontró una palabra, algo confusa “CUAC”, aunque muy lógica para provenir de un pato; al regresar la mirada al pato, éste con una mirada penetrante en Juan sólo hizo… ¡cuac!. Juan saltó de su lugar y cayó en el césped; al reponerse buscó al pato pero este ya no estaba, pero el pergamino seguía en su mano.
Al recuperarse se preguntaba qué fue todo eso, el no entendía el por qué de esta palabra. Enojado y confundido se encaminó a buscar una solución a todo esto y qué mejor que preguntarle a su compañera de cuarto Ana, una linda chica, inteligente y maestra en historia. Ana escuchaba atenta y sorprendida, al terminar, Ana le dijo a Juan que esta no era la primera vez que escuchaba una historia así; investigaron en Internet y descubrieron un página de una persona que se dedicaba a reunir historias parecidas y para sorpresa de los dos no era la primera vez que esto pasaba. Wilbert, un economista estadounidense contó la misma historia y su vida cambió bruscamente; él era infeliz por la muerte de su mujer y todo le salía mal; al recibir el pergamino comenta que su vida se volvió pura felicidad, sus amigos incrementaron, consiguió un puesto en la bolsa de valores y ahora su vida es plena. Wing Chang un joven Japonés egresado en Ingeniería, intentó suicidarse dos veces y a su tercera vez tuvo la aparición de ese pato, ahora es maestro del campus mismo donde estudió y tiene 2 hijos. Corine de Alemania, sufría de ansiedad y tristeza por el trato que llevaba de pequeña con su familia, en un diciembre recibió al pato y actualmente es fundadora de una empresa familiar que se encarga de crear y mandar obsequios en fiestas y celebraciones.
Todas estas historias tiene que ver con lo que me pasó lo sé, pero por qué a mi, yo no tengo esos problemas tan fuertes como estas personas, comentaba Juan a Ana, yo no nací sin familia, ellos me quieren mucho, yo no tengo ganas de suicidarme o soy infeliz.
No lo sé Juan, tal vez te llegó por algo, no sé, pero deberías de pensar que hacer con él.
Juan confundido le agradeció a Ana por la ayuda y regresó al parque - a lo mejor me encuentre al pato de nuevo- pensó. Sentado en el mismo lugar en que lo encontró, analizaba el pergamino, no encontraba nada que tuviera escrito en alguna otra parte. Al pasar del tiempo el cielo comenzó a nublarse y se veía nubes grises y negras.
La lluvia me alcanzará si no me voy de aquí, dijo Juan para sí, corría bajo la lluvia muy aprisa intentando que el pergamino no se mojara pero no pudo controlarse a si mismo y se tropezó con una zanja; el pergamino voló lejos de él y cayó dentro de un charco, Juan se levantó apresurado y corrió por el pergamino. Al llegar, Juan observó el pergamino y de éste unas letras comenzaron a aparecer; estas decían: “Cuando algo sale mal simplemente espera, la calma llegará y todo estará de nuevo seco, CUAC”.
Pero qué rayos es esto, comentaba Juan, por qué dirá seco y de nuevo ese tal CUAC, mejor lo voy a secar. Juan, al llegar a su casa todo mojado por la lluvia, se cambió de ropa y sacó del baño una secadora de cabello que Ana había dejado ahí; al comenzar a secar el pergamino nuevas letras aparecieron y en ese momento Juan comenzó a llorar como nunca lo había hecho, pero estas lágrimas no eran de tristeza sino de alegría, - tengo que empezar a quererme a mi mismo ¡eso es! – al momento, Juan salió corriendo feliz por la calle y a todos les gritaba ¡ya entendí, los amo!, ¡A todos!, ¡Gracias!, ¡CUAC!, ¡CUAC!, ¡CUAC!, ¡CUAC!, ¡CUAC!, ¡CUAC!, ¡CUAC!.
El pergamino decía:
La tranquilidad llegará después, debes aprender a quererte Juan, recuerda, CUAC
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