lunes, 13 de septiembre de 2010

Un Hombre Afortunado (Neoclasicismo)

Como un ruido que sucumbe en sus entrañas, golpea fuertemente su sueño, este ruido indicando el nuevo día así Pepe despierta, corriendo se levanta, corriendo va a la regadera y de la regadera al ropero, con tanta velocidad se prepara para desayunar algo, simplemente lo necesario, unos ricos huevos con jamón, un poco de leche tibia y enseguida rumbo al carro, con una sonrisa en la cara Pepe avanza y comienza el día.

Para su sorpresa el amanecer no le brinda lo esperado, -otra vez, lo de siempre-dice pepe, pues era algo típico, el tráfico batía en todas las calles, creaba un berenjenal de autos, muchos de ellos pitaban en unísono para agilizar el tránsito, -lo bueno que me desperté temprano- comentaba para sí.

Al correr de media hora éste se había agilizado pero enseguida comenzaba de nuevo esta vez no por tantos autos, sino por las calles, repletas de hoyos y conos rojos tratando de evitar el golpe inoportuno de algún vehículo, Pepe por la prisa decide avanzar con velocidad por el lado derecho de la carretera, qué error pudo cometer, enseguida la torreta de un vehiculo y el altavoz del mismo de indicaba se orillara, así entonces nuestro querido Pepe llegaba a su trabajo con 500 pesos menos en el bolsillo, con una cara de enojo y desesperación pues vaya mañana que le ha tocado, en expectativa de una mejor que nunca se acercó.

Y allí yacía, el inmenso bloque de metal que a cualquier transeúnte que deseara verlo le agudizaba la vista por el reflejo de otro imponente amigo, el sol. Ya hacía mas de 10 años que Pepe trabajaba allí, pero después de tanto tiempo, este era el día indicado, a nuestro querido amigo ya no le importaba el tránsito, los baches, ni algo policía panzón; iba con la mejor actitud, pues era este y no otro día, aquí se definía si el era un empleado más o alcanzaba un rango mayor, -hoy me llamarán jefe- decía para sí.

Con una sonrisa que no le entraba en el rostro, decía

-Hola Carmelita, Hola Esther, buenos días-

-Que tal Pepe, Suerte-, le regresaban sus compañeros.

-Creo que es hora de arreglar este cubículo

- Pepe comenzó el día laboral como todos los demás, limpiando su espacio de trabajo, haciendo y deshaciendo números, con la misma velocidad de siempre.

-Oye pepe me mandó a llamarte el Jefe, amigo suerte-

-No digas mas Rodo o me la salarás-

-Ni quien pueda hacerlo esta vez Pepin-

Esta vez la sala de espera junto a la secretaria parecía inmensa, el sol no entraba y adentro parecía un invierno, los nervios le recorrían el cuerpo, ella no se movía, solo escucho decir, -en un momento te recibirá Pepe-, con un gesto de amabilidad, respondía. Los minutos eran crueles, puntadas en el corazón, sudados.

-Adelante Pepe-, la sala principal era inmensa, él yacía en su escritorio, la fuerza en su mirada y las canas hacían notar que algo andaba mal.

-Siéntate José por favor; entiendo que estas buscando el puesto de Jefe de departamento, no es así-

-En efecto señor-

-Pepe, ¿te puedo llamar así?-

-Claro señor-

-Disculpa que sea yo quien te lo diga pero se que has estado con nosotros por largo tiempo, pero me han caído y esta vez en grande-

-Nuestros accionistas me piden resultados, y éstos no son nada prometedores, te has percatado que todos los costos han incrementado, con la alza en el IVA, la gran cantidad de personal que tenemos y los ingresos bajos…-

-Perdón que lo interrumpa Jefe, que es lo que quiere decir-

-Lo lamento mucho Pepe, pero tengo que pedirte tu renuncia-



El día ahora era gris, la mirada de nuestro amigo, había cambiado, nada había sido más pesado y difícil que levantar sus cosas del escritorio, juntarlas, era como juntar una vida de sueños que han caído en un terrible pozo, tan profundo como la herida que ahora llevaba a cuestas. –Qué le diré a mi esposa, con qué cara, mis hijos- no era más un día feliz, no había calma, todo era desesperación.

Con lágrimas en los ojos, los hombres bajos y las pisadas lentas, como marcha fúnebre Pepe caminaba hacia su coche, un espacio que ahora no le pertenecía.

Con ira en el rostro manejaba hacia algo que erróneamente creía que lo calmaría. El bar estaba ya a dos calles.

-Lo más fuerte que tengas, por favor-, y veíamos a nuestro amigo caer ante una sociedad que no te dejaba florecer, que te detenía que te refugiaba ante una tempestad en un pequeño rincón, cubierto de oscuridad, sosteniendo una copa y escuchando el dolor.



-Ni una más, señor, antes quiero ver si puede usted pagar- el cantinero le había servido ya un mundo de alcohol.

De su bolsillo sacó el dinero, eso y un poco más. El cantinero feliz,

-¿otra copa amigo? –

-No creo que eso me de trabajo, no creo que tú consigas algo mejor, ¡no creo que nadie, malditos borrachos, tenga un ápice de oportunidad! –

Llorando y sin alma, Pepe se despide sin decir una palabra, afuera el cielo seguía gris, mas nublado que antes, la tarde golpeaba su horario, y la lluvia comenzaba a dejarse ver. Confundido, olvidado y sin fuerzas, zigzagueaba por la calle, mientras dos siluetas lo seguían.

Antes de llegar a una esquina aquellas dos siluetas se veían mas cercanas, un golpe del destino.

Con un cuchillo en la espalda y unas manos en los hombros, Pepe solo escuchó:

-Dame todo lo que traigas, pero rápido sino te quieres morir cabrón-



Como un recién nacido, huérfano, en cuclillas, sin zapatos y sin playera, sin nada. Así era la imagen de nuestro amigo, llorando y preguntando el por qué de las cosas.

Minutos después tomo de nuevo el aliento un poco cansado caminó hacia su casa, no tenia idea de qué le podrían decir, con que saldrá ahora su mujer, qué le diría a sus hijos, su educación, con que énfasis los abrazaría. El timbre sonaba algo confuso ahora, la puerta no era la misma, la calle había cambiado nada tenía sentido.

-¡Mi vida!, pero qué te pasó-

-No puedo más, los malditos policías me bajaron mi dinero, golpeé el carro con un gran bache, me han corrido del trabajo, me asaltaron, deje el carro abandonado, y no tengo dinero…-

-Mi vida, ven aquí, tranquilo, tus hijos te esperan te quieren abrazar-

Vaya imagen más hermosa, una casa acogedora, unos hijos cariñosos y una mujer amorosa, sin duda alguna Pepe era el más afortunado.

3 comentarios:

  1. Sniff sniff...pobre Pepe. Sin duda, un retrato social mexicano, llegándole a película...chava, ya tienes tu premisa!

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  2. Celebro que ya haya un comentario antes. Muy bien... solamente faltaría tu explicación de por qué es neoclasicista. Saludos

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  3. eeyy es verdad :P ... es neoclasicista porque esta haciendo una crítica a lo que vive la sociedad mexicana hoy en día, y como todos esos aspectos pueden afectar tanto a una persona.

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